Uno de los hábitos más importantes para la salud es el de dormir bien.
Constituye, como pocas, una de las bases para estar sano, rendir en el trabajo, sentirse bien, e incluso para tener ganas y estar al 100% en el día a día.
Para un sueño de calidad es fundamental contar, lo primero, con una buena cama y una buena almohada. Haz caso a esos anuncios que dicen que si tu colchón tiene más de diez años no tienes colchón: para descansar bien, sobre todo la espalda, que es el pilar fundamental del cuerpo, es imprescindible hacerlo sobre una buena superficie, estable y confortable. Si te notas cansada, alicaída o con poca energía, es muy posible que no estés durmiendo bien (y más ahora, cuando las temperaturas empiezan a subir y a menudo no se puede descansar en condiciones). Así que toma nota de estos sencillos consejos, que pueden ayudarte a dormir (y descansar) mejor.
Si te cuesta conciliar el sueño, evita utilizar el dormitorio y la cama para leer, hablar por teléfono, etc., en el tiempo previo a acostarte. Es una forma de “enseñar” al cuerpo que la cama es para dormir.
No tomes por la noche bebidas excitantes como refrescos de cola, café, té o bebidas energéticas. Para favorecer el descanso te puede sentar bien una infusión relajante antes de dormir: prueba con tila, caléndula o valeriana.
Si fumas, evita hacerlo en la cama o antes de dormir, ya que la nicotina es excitante.
Practica deporte, e intenta no dormir la siesta.
Si hay veces en que te cuesta dormir y te agobia aún más pensar cuánto falta para que tengas que despertarte, quita de tu vista los relojes o despertadores: ver pasar los minutos favorece el nerviosismo.
Si te estás quedando dormida en el sofá, oblígate a ir a la cama y aprovecha ese momento de sueño.
Intenta mantener un horario de sueño regular durante toda la semana: ¿no has oído la expresión “tener el sueño cambiado”? Esto es muy frecuente los fines de semana, cuando salimos y alteramos el ritmo normal de descanso.
¡Dulces sueños!
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